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25-04-2019
La malaria o paludismo sigue siendo una de las enfermedades infecciosas de mayor impacto sobre las comunidades de los países en desarrollo. Según la Organización Mundial de la Salud, sólo en 2017 supuso el fallecimiento en todo el mundo de 435.000 personas, -2 de cada 3 eran menores de cinco años, y 9 de cada 10 vivían en el África Subsahariana - de entre 219 millones de casos detectados.
La malaria es causada por un parásito denominado Plasmodium que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. Entre los síntomas de la malaria destacan la fiebre, las cefaleas y los vómitos, que generalmente aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Si no se trata rápidamente, puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales.
Acabar con la malaria en Angola y Namibia en 2020
Además, se trata de una enfermedad que como tantas otras infecciosas ‘no respeta las fronteras’. Los países más afectados por la malaria tienen dificultades para controlarla dentro de su territorio, por lo que la colaboración transfronteriza se hace indispensable. Nuestro socio local ADPP-Angola lidera desde 2017 un consorcio de organizaciones que luchan contra la malaria, formado por Mentor Initiative, y el Council of Christian Churches y la JC Flowers Foundation. DAPP-Namibia, por su parte, hace lo propio en este país, en este caso de la mano del Anglican AIDS Programme.
El objetivo de las acciones desarrolladas en ambos países es contribuir a la eliminación de la malaria para 2020. Aunque en principio el 30 de septiembre del año pasado era la fecha para concluir el programa, se decidió prorrogar hasta el 31 de marzo de 2019.
La importancia del diagnóstico temprano
La prevención y el diagnóstico temprano siguen siendo las claves para controlar la enfermedad. Por ello, los socios de la Fundación se concentraron sus esfuerzos en el seguimiento de los posibles casos de malaria a lo largo de la frontera entre Angola y Namibia, una zona de gran movimiento de personas, con asentamientos de población muy dispersos, alejados de los centros de salud. Por ello, se instalaron en la zona siete unidades sanitarias de prevención y diagnóstico. Además, se contó con dos unidades móviles en Namibia y una en Angola para cubrir las zonas más remotas.
A finales de 2018, 256.270 personas en Angola y 76.058 en Namibia habían participado en las pruebas para detectar malaria. Dichas pruebas permitieron identificar 27.300 y 5.705 casos, respectivamente. A pesar de que las cifras son abultadas, los resultados son esperanzadores, ya que representan una disminución de los casos de un 80%. Además, el 99% de los enfermos se comenzaron a tratar de modo apropiado. Los casos con síntomas más severos fueron remitidos a los hospitales más cercanos.
La prevención sigue siendo la clave
A lo largo del año pasado se visitó en torno a 110.000 familias dentro de una campaña de prevención y sensibilización sobre la malaria. Además, se organizaron charlas en iglesias, centros comunitarios, se movilizó a los líderes religiosos y de la comunidad, y se distribuyeron miles de panfletos con información sobre la malaria. También se difundió la información a través de la radio y se promovieron diversas actividades con motivo del Día Mundial dedicado a esta enfermedad.