La cooperación, una carrera de fondo

24-10-2014

Humana y UE implementan en Cabinda, Angola, un proyecto de fortalecimiento de la sociedad civil para favorecer el desarrollo sostenible.

El PIB de Angola ha crecido por encima del 10% anual durante más de una década; el país tiene un flujo constante de ingresos gracias al petróleo, el caucho, la madera y varios minerales. Sin embargo, más del 50% de la población vive con menos de 1,25 dólares al día. Cuenta, además, con excelentes condiciones para la agricultura en comparación con la mayoría de países del África subsahariana. No obstante, hasta el 80% de los alimentos que se consumen son importados, según la FAO

Humana desarrolla en Cabinda un proyecto para impulsar la sociedad civil y el desarrollo sostenible, co-financiado por la Unión Europea. Cabinda en sí es un exclave, lo que significa que no comparte ninguna de sus fronteras con el resto del país: está rodeada por la República Democrática del Congo y por el Congo-Brazzaville. Se trata posiblemente de la provincia angoleña más rica, ya que posee el 60% de las reservas petrolíferas del país. Sin embargo, en términos de economía doméstica, es una de las más pobres. 

Humana y la Unión Europea
El proyecto de Humana y la UE se basa en el modelo Farmers Club, en el que los pequeños agricultores se organizan en grupos de tipo cooperativo donde aprenden técnicas agrícolas sostenibles. Un agricultor de subsistencia concentra toda su energía en la producción de alimentos para sobrevivir. No tienen tiempo para aspectos clave como la educación, la construcción de la comunidad o lograr una fuente de ingresos estable. Es cierto que el gobierno apoya a los pequeños agricultores; pero para conseguir ese apoyo, deben saber leer, ser capaces de llevar su propia contabilidad y sentirse lo suficientemente seguros como para enfrentarse a las gestiones burocráticas requeridas. 

Aunque se necesitarán años para reducir la desigualdad existente y lograr el desarrollo sostenible, Humana y su socio ADPP-Angola están trabajando duro para lograrlo, con el apoyo de la UE. En este momento hay 20 clubes de 50 agricultores cada uno. Cada club tiene un campo modelo, en el que pueden practicar y ver los resultados de las técnicas agrícolas antes de aplicarlas en sus propios terrenos. Los comités del club son formados para organizar las agrupaciones, en las que todo el mundo trabaja de modo conjunto para aumentar la productividad. Juntos tendrán en el mercado local mucho más poder de negociación como grupo. Los agricultores reciben igualmente formación, con el fin de que puedan hacer un balance de lo que cultivan y venden cada año, y un seguimiento de los avances registrados. 

Generación de ingresos para la comunidad
La actividad agrícola se completa con otras acciones, para promover la generación de ingresos y el desarrollo sostenible. Así, se ha enseñado a las mujeres a fabricar y vender cocinas mejoradas, que ayudan a reducir la deforestación. Su uso libera una gran cantidad de tiempo para las mujeres y los niños, quienes tradicionalmente pasan cada día horas recogiendo leña. 

Una vez los agricultores producen suficientes alimentos para comer y un excedente para vender, pueden pensar en enviar a sus hijos a la escuela y aprender a leer y escribir. Además, si alcanzan un cierto nivel de capacitación, pueden registrarse como cooperativas oficiales. La creación de estas cooperativas mejora drásticamente el acceso a las ayudas gubernamentales, como créditos y préstamos, así como a nuevos mercados. 

Se trata de un proceso que puede transformar por completo una comunidad. Sobre el papel, parece sencillo. Pero se necesitan años de trabajo, superar innumerables reveses y una gran determinación para lograr el desarrollo sostenible de la población. Así que la próxima vez que vea una foto de uno de nuestros proyectos, reflexione un segundo sobre lo se ha necesitado para lograrlo.

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