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16-02-2015
Las comunidades de Cacheu, en Guinea-Bissau, se movilizan para crear pre-escuelas y que los más pequeños estén mejor preparados a la hora de acudir a las 55 escuelas del proyecto que desarrollamos junto a nuestro socio local ADPP.
Cuando pensamos en la cooperación internacional para el desarrollo, la imagen que habitualmente nos viene a la mente es la de un europeo sonriente sosteniendo un bebé africano. Es fácil pensar que la ayuda de los países del Norte se limita a eso. Pero al tiempo de ser un tópico, es un concepto totalmente anticuado; hay que recordar que las personas en los países en desarrollo son perfectamente capaces y están decididos a mejorar su propia situación. A menudo lo hacen y, por lo general, con poca ayuda.
En la región occidental de Guinea-Bissau, en Cacheu, la UE apoya el fortalecimiento institucional de 55 escuelas primarias de nuestro socio local ADPP en las que los estudiantes llevan a cabo su formación como maestros. Los fondos de la UE cubren los salarios de los cinco líderes de proyecto, cada uno de los cuales trabaja con 10 ó 12 comunidades; cubre también la construcción de pozos y letrinas. El objetivo es que los niños y niñas de estas comunidades puedan aprender, involucrando a los maestros en la gestión de las escuelas, creando asociaciones de padres y madres, abriendo pre-escuelas, y desarrollando otras iniciativas comunitarias, como los huertos escolares.
Enseñando portugués a los más pequeños
Pero los fondos disponibles no son suficientes para todo el trabajo que hay que hacer. No obstante, con la ayuda de los líderes del proyecto, las comunidades se están movilizando para mejorar su situación. Papis Gomes y Domingos Correia han abierto una pre-escuela en un pequeño pueblo llamado Ucunhe. Los dos amigos terminaron secundaria el año pasado y, dada la ausencia de otras oportunidades de trabajo, comenzaron a enseñar a sus hermanos y hermanas menores, que no tenían edad suficiente para ir a la escuela. Ambos tenían claro que saber algo de portugués les haría las cosas más fáciles una vez pudieran ir.
"La mayoría de los niños no sabe portugués cuando comienza el colegio. Yo era uno de ellos, por lo que al principio fue muy difícil para mí, por lo que quise dejar la escuela varias veces", explica Papis. "Quiero que mis hermanos y hermanas conozcan algo de portugués para que sea más fácil para ellos. Como no tenemos libros, sobre todo cantamos y escribimos en la pizarra".
Imaginación y diversión para aprender
Cuando el líder local del proyecto Alfa Djaló conoció su labor, les preguntó si podían participar más niños y niñas de la comunidad. Papis y Domingos no tienen formación específica como maestros, así que tratan de enseñar a sus pequeños alumnos de un modo divertido e imaginativo. Como no tienen aulas, la llamada Escuela Preescolar 24 de septiembre organiza sus clases al aire libre, a la sombra de la iglesia de la aldea. Cada familia paga 150 francos CFA (unos 0,20 €) al mes. No es mucho, pero proporciona a los jóvenes profesores una renta mínima. Con el pago de sus primeros salarios, Papis y Domingos compraron pintura para hacer una pizarra en la pared y sillas para los niños.
"Estas familias realmente valoran la educación. Quieren que sus hijos tengan una vida mejor que la que han tenido ellos y saben que la escuela es el camino para lograrla", dice Alfa. "Saben que si esperan la ayuda del gobierno o de las organizaciones internacionales, las posibilidades de que sus hijos puedan estudiar son menores. Por lo que se han puesto en marcha, sabiendo que es la mejor opción que tienen”.