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22-06-2017
Coincidiendo con los European Development Days, una sombra recorría los intentos de la comunidad internacional de abordar uno de los desafíos del desarrollo más acuciantes, si no el que más: la lucha mundial contra el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La batalla para reducir las emisiones y que el conjunto de los habitantes del planeta acceda a energía sostenible no puede ser vista únicamente como una cuestión de lucha contra el cambio climático. Debe situarse al frente de la política de desarrollo mundial y como eje fundamental para combatir la pobreza, las enfermedades y la desigualdad en todo el mundo.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7 (el compromiso de la comunidad para proporcionar acceso universal a fuentes de energía modernas, confiables, asequibles y sostenibles para 2030) brinda la oportunidad de ofrecer enormes beneficios socioeconómicos a las comunidades en desarrollo y promover el crecimiento sostenible a largo plazo. La retirada de los Estados Unidos del histórico acuerdo climático de París no debe ser una excusa para que la comunidad internacional vacile.
500 millones de personas sin electricidad
No obstante, tampoco debemos subestimar el tamaño del desafío. Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2040 más de 500 millones de personas del África subsahariana no tendrán acceso a electricidad, lo que afectará directamente a la capacidad industrializadora de la zona y a su dependencia del carbón, a diferencia de las ricas naciones del Hemisferio Norte. Por otra parte, el número de personas que dependen de combustibles y tecnologías contaminantes ha aumentado desde 2010 situándose hoy en torno a los 3.000 millones.
Para lograr las metas establecidas por el ODS7, la comunidad internacional debe repensar radicalmente los modelos existentes. Los gobiernos y el sector privado deben ampliar las infraestructuras, mejorar las tecnologías y proporcionar los recursos, el liderazgo y el apoyo necesarios para que las comunidades tomen la iniciativa y aseguren que las personas puedan acceder a fuentes de energía sostenibles dondequiera que vivan. Este objetivo está firmemente a nuestro alcance. Las energías renovables se están volviendo más asequibles, con plantas solares de gran escala que actualmente son capaces de producir energía más barata que la fósil y nuclear que se genera en muchos países. Las industrias solar y eólica están creando puestos de trabajo 12 veces más rápido que el resto de la economía de los Estados Unidos, mientras que el número de empleos en renovables en todo el mundo continúa aumentando.
Incluso en áreas de difícil acceso, al margen de las redes energéticas convencionales, las comunidades pueden acceder a energías limpias a través de redes de pequeña escala e instalaciones domésticas individuales. El año pasado India invirtió casi 3.000 millones de dólares en fondos estatales para la fabricación de paneles solares, en tanto que cuenta con el compromiso de que los inversores internacionales destinarán más de 100.000 millones de dólares al desarrollo de la energía solar.
Las comunidades locales, la clave
Los gobiernos nacionales, las instituciones y el sector privado tienen un papel esencial en el ámbito del ODS7. Sin embargo, son las propias comunidades las que tienen la clave del éxito por lo que deben situarse en el centro de los esfuerzos por lograr soluciones sostenibles. Las organizaciones internacionales podemos contribuir eficazmente al desarrollo de las comunidades locales mediante el establecimiento de sistemas de energía renovable centrados en prácticas agrícolas sostenibles.
La introducción de infraestructuras de tipo comunitario puede facilitar el logro de objetivos más amplios; se trata de una oportunidad para introducir y gestionar nuevas tecnologías para promover fuentes sostenibles de energía y llevar a cabo la transferencia de dicha tecnología a la comunidad. En lugar de imponer prácticas ajenas y nuevos enfoques en comunidades remotas, la plena incorporación de la población local a los proyectos proporciona la base para expandir y replicar el proyecto en otras comunidades, ofreciéndoles la posibilidad de que lideren ellos mismos su desarrollo sostenible.
Los resultados hablan por sí mismos. En Bissora, en la región de Oio, en Guinea-Bissau, ADPP instaló placas solares en 51 dependencias comunitarias (centros comunitarios, escuelas, centros de salud y mezquitas) así como 39 bombas de agua alimentadas con energía solar. De este modo, 15.000 personas experimentaron una mejora considerable en sus condiciones de vida.
Gracias a iniciativas como ésta, es posible lograr resultados positivos para las comunidades locales, incluyendo una reducción significativa en la carga de trabajo de las mujeres (por ejemplo, para procurar agua), un mayor sentido de cohesión de la comunidad, especialmente en el caso de los jóvenes, y la oportunidad de impartir clases de alfabetización para adultos más allá de la caída del sol, por lo que no interfieren con las tareas agrícolas y el trabajo diario.
El escenario global puede parecer volátil e incierto. Pero sean cuales sean las decisiones políticas globales, mediante este tipo de enfoques centrados en la población local y en su empoderamiento podremos asegurar que la comunidad internacional se centra en lograr el acceso universal a una energía limpia y sostenible.
Jesper Wohlert. Coordinador General de Humana Fundación Pueblo para Pueblo. European Partnership Director de Humana People to People
Artículo publicado por DEVEX