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13-05-2016
Los españoles somos cada vez más conscientes de la importancia del reciclaje y la reutilización, y que la correcta gestión de los residuos aporta un triple beneficio: ambiental, social y económico, favoreciendo así la sostenibilidad global. Gracias a la colaboración de los ciudadanos, cada vez más las entidades especializadas son capaces de convertir los residuos en recursos. Todo ello se pone aún más de relieve coincidiendo con el Día Mundial del Reciclaje, que se celebra el martes 17 de mayo.
Desde este año, España cuenta con un marco legislativo que establece las medidas necesarias para avanzar hacia la denominada “economía circular”: es el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR) 2016-2022, cuyo objetivo primordial es reducir la eliminación de residuos, es decir, que al vertedero lleguen los menos posibles. ¿Cómo lograrlo? Incrementando la preparación para la reutilización y el reciclado.
Quinta fracción en importancia
Tras la orgánica, los envases y plásticos, el papel y cartón, y el vidrio, el residuo textil es la quinta fracción que más generamos, y la que presenta el porcentaje de valorización más alto. Sin embargo, su nivel de recogida selectiva se podría mejorar mucho: en la actualidad, sólo dos de cada cinco prendas que ya no queremos tiene una segunda vida.
En lugar de acabar en un vertedero, la ropa usada es recogida por una entidad especializada en reciclaje y reutilización textil, para valorizarla y, con ello, generar recursos. Y es que el textil que desechamos es un activo que, debidamente gestionado, se convierte en motor de progreso en España y de generador de fondos para la cooperación al desarrollo en el hemisferio Sur.
La ropa usada como generadora de recursos
La gestión de ropa usada no es un fenómeno reciente: durante décadas, entidades de carácter social han basado su fuente de recursos en dicha gestión, bien distribuyéndola gratuitamente entre personas con pocos recursos económicos, bien vendiéndola en tiendas de segunda mano para lograr fondos para sus proyectos sociales, para apoyar a los más desfavorecidos en otros países.
Avalados por convenios de colaboración con los respectivos ayuntamientos, estas entidades han consolidado su capacidad de optimizar la reutilización y el reciclaje. La profesionalización del sector ha provocado que algunos consistorios decidieran sacar a concurso público la gestión del textil, lo que le dotaba de mayor transparencia.
Mercantilización de la gestión
Hace alrededor de cuatro años, sin embargo, algunos ayuntamientos descubrieron que la gestión del textil podría convertirse en fuente de ingresos (desde siempre, esa gestión ha sido y es gratuita para los ciudadanos, pese a que la recogida y tratamiento del resto de residuos sí están sujetos a una tasa municipal). Por ello, los concursos que convocaron a partir de ese momento incluyeron cláusulas económicas, basadas en un canon fijo por contenedor o en una cantidad por kilo recogido. Ello ha supuesto un descenso de los recursos obtenidos por las entidades sin ánimo de lucro para sus programas sociales.
La concurrencia a estos concursos de empresas con escasa experiencia en recuperación textil pero con el músculo financiero suficiente, ha disparado las cantidades económicas que los concursos establecen, convirtiendo este aspecto en el de mayor peso, por encima de la capacidad técnica y los fines sociales. La mercantilización abusiva de algunos ayuntamientos supone un engaño para el ciudadano, que presupone un destino social de la ropa que está donando.
Si la tendencia mercantilista se mantiene, en pocos años buena parte de las entidades sociales que se dedican a gestionar ropa usada reducirán su actividad y, con ello, su capacidad de apoyar a personas en dificultades, aquí o en otros países. Algunas, incluso, desaparecerán y otras verán mermadas su capacidad de generación de puestos de trabajo en España.
Todo ello en un contexto en el que prosigue la reducción de los fondos de cooperación para el desarrollo, que se ha convertido en poco más que una utopía a día de hoy, y de ayuda social a colectivos en dificultades en España, y en el que ahora se limitan aún más los recursos que entidades de marcado acento social son capaces de generar con su actividad.
Pese a las dificultades, más que nunca, la ropa usada es y será un excepcional vehículo para mejorar la vida de otras personas en países menos favorecidos y dotarlas de mejores perspectivas para su vida a través de un mejor acceso a la educación, al agua limpia, a la seguridad alimentaria; en definitiva, a una mejor calidad de vida y un futuro digno.
Reciclar y reutilizar, sí, por supuesto. Y con un fin social, mejor que mejor.